Cada año, el Domingo de Ramos nos recuerda la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Palmas al aire, mantos en el suelo, una multitud que gritaba «¡Hosanna!». Una imagen que, a simple vista, podría confundirse con el triunfo absoluto. Pero los aplausos no siempre significan comprensión, ni mucho menos compromiso.

En Colombia, donde muchos discursos están llenos de aplausos vacíos, promesas incumplidas y líderes fugaces, este pasaje bíblico cobra más vigencia que nunca. Es fácil aclamar cuando todo va bien. Lo difícil es mantenerse firme cuando las cosas se complican.
La misma sociedad que hoy aplaude es la que mañana puede crucificar. ¿Cuántas veces apoyamos causas solo por moda o conveniencia? El Domingo de Ramos nos invita a ir más allá del entusiasmo pasajero y construir coherencia. En tiempos de polarización y espectáculo político, se necesita más que palmas, se necesita integridad.
Últimas noticias de Cúcuta, Norte de Santander y Colombia. Decimos la verdad aunque nos quieran callar. Medio de Comunicación independiente de la ciudad de Cúcuta, Norte de Santander.