En Villa Caro, municipio del norte de Norte de Santander, el hallazgo de más de 20 perros muertos en las calles en los últimos días ha encendido las alarmas. Los cuerpos, presuntamente envenenados, han generado conmoción entre los habitantes, quienes piden respuestas y medidas urgentes frente a lo que califican como un acto de barbarie.
Los animales aparecieron sin vida en distintos puntos del municipio, muchos de ellos en zonas residenciales. Las imágenes de los cuerpos en las calles han circulado ampliamente en redes sociales, despertando indignación y dolor entre defensores de animales y ciudadanos en general. Para muchos, se trata de una situación que evidencia no solo la crueldad, sino la ausencia de controles eficaces para proteger a los animales del municipio.
Ante la presión ciudadana, la Alcaldía de Villa Caro emitió un comunicado en el que condena los hechos y asegura que ya se están tomando medidas conjuntas con la Policía Nacional, la inspección de policía y las oficinas de salud pública para dar con los responsables. Si bien en el mensaje se destaca la importancia de proteger a los animales como seres sintientes, muchos ciudadanos cuestionan si las acciones institucionales están siendo suficientes o si llegan demasiado tarde.
Durante el último año, según indicó la administración local, se han desarrollado campañas de sensibilización y jornadas de esterilización. Sin embargo, la recurrencia de casos de maltrato ahora con un pico alarmante de envenenamientos pone en tela de juicio la efectividad de estas estrategias y revela una preocupante falta de seguimiento y control en los sectores más afectados.
Organizaciones animalistas han solicitado a las autoridades locales intensificar las investigaciones y aplicar las sanciones previstas en la legislación vigente, especialmente a la luz de las leyes Ángel y Lorenzo, que fortalecen la protección animal y penalizan el maltrato con mayor severidad.
El caso de Villa Caro no es aislado en la región. Otros municipios también han reportado hechos similares en el pasado, lo que plantea la necesidad de una política pública clara, sostenida y efectiva para la protección animal en todo el departamento.
Mientras tanto, los perros siguen siendo víctimas silenciosas de una violencia inexplicable. En palabras de muchos habitantes: «Ellos no pueden defenderse, ¿quién lo hará por ellos?»
¿Estamos haciendo lo suficiente como sociedad para proteger a quienes no tienen voz?