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¿Una hora lo cambia todo? Senado aprueba proyecto que prohíbe clases antes de las 7:00 a.m.
¿Una hora lo cambia todo? Senado aprueba proyecto que prohíbe clases antes de las 7:00 a.m.

¿Una hora lo cambia todo? Senado aprueba proyecto que prohíbe clases antes de las 7:00 a.m.

En medio de una oleada de proyectos legislativos que buscan mejorar la calidad de vida en Colombia, el Senado de la República aprobó en segundo debate una iniciativa que plantea que las clases en todos los colegios del país públicos y privados no comiencen antes de las 7:00 a.m.

La propuesta, ha sido presentada como una solución para mejorar la salud y el bienestar de los estudiantes. Sin embargo, aunque el argumento tiene respaldo en estudios internacionales, la medida despierta preguntas necesarias: ¿es realmente este el cambio estructural que necesita el sistema educativo colombiano? ¿O es una solución superficial a un problema mucho más profundo?

El senador Chacón sostiene que retrasar el inicio de clases mejora la calidad del sueño, el rendimiento académico y el bienestar psicológico de los estudiantes. Y tiene razón en algo: muchos niños en Colombia deben levantarse a las 4:00 o 5:00 a.m. para poder asistir a clases, especialmente en zonas rurales o ciudades con sistemas de transporte ineficientes. El problema es real.

Pero aquí viene el primer cuestionamiento: ¿cambiar la hora de entrada resolverá la raíz del problema? El desfase entre el horario escolar y las dinámicas familiares y laborales es apenas la punta del iceberg. Lo que está en juego no es solo el reloj, sino un modelo educativo desactualizado, mal financiado y desigual.

La propuesta también se presenta como un beneficio para las familias, sobre todo para las madres cabeza de hogar. Pero es ingenuo pensar que una hora más de sueño automáticamente aliviará la sobrecarga de las mujeres que madrugan para preparar a sus hijos, ir a trabajar y enfrentar jornadas laborales extensas.

Además, el cambio de horario podría representar un desafío logístico para las familias cuyos trabajos inician antes de las 7:00 a.m., lo que abre otra discusión: ¿se ha contemplado el impacto en la conciliación entre la vida escolar y la laboral? En un país donde muchas personas trabajan en horarios inflexibles, este tipo de medidas requieren un enfoque más integral.

El proyecto fue aprobado con amplio respaldo en el Senado, y ahora debe superar dos debates más en la Cámara de Representantes. De llegar a convertirse en ley, no cabe duda de que representará un cambio en las rutinas escolares. Pero el riesgo es que se venda como una transformación estructural cuando en realidad es una medida cosmética.

En lugar de enfocarnos exclusivamente en la hora de inicio, ¿no deberíamos estar discutiendo la calidad de la educación, la infraestructura escolar, la formación docente o el acceso equitativo al conocimiento?

Sí, los estudiantes necesitan dormir más y vivir menos estresados. Sí, las familias necesitan apoyo. Pero cambiar la hora de entrada sin atacar las desigualdades que hacen que unos niños vivan en condiciones tan diferentes a otros es, en el mejor de los casos, una mejora limitada, y en el peor, una cortina de humo.

Celebrar esta iniciativa como un gran avance puede ser prematuro. Lo que el sistema educativo colombiano necesita no es solo más horas de sueño, sino más horas de inversión, de reflexión y de decisiones valientes que ataquen las causas y no solo los síntomas.

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