Una escena digna de una película de acción se vivió en la vía Cúcuta–Puerto Santander, durante la madrugada del pasado viernes 3 de octubre. En medio de la oscuridad y el silencio de la carretera, un enfrentamiento entre un vigilante y dos presuntos guerrilleros del Eln dejó un saldo de dos hombres muertos y un enigma que hoy tiene en alerta a las autoridades: los cuerpos desaparecieron.
Según las primeras versiones, el hecho ocurrió cuando un guarda de seguridad, que regresaba a casa tras culminar su turno en el municipio de Puerto Santander, fue interceptado por dos sujetos armados con fusiles en el sector conocido como Puente Angosto, antes del corregimiento de Aguaclara.
Los hombres, en tono amenazante, le ordenaron detenerse y bajar del vehículo. Sin embargo, el vigilante, que portaba su arma de dotación, reaccionó al ataque y se desató un intercambio de disparos. El enfrentamiento terminó a su favor: él salió ileso, mientras que uno de los agresores murió en el lugar y el otro, herido, logró huir entre la oscuridad.
Minutos después, el vigilante se dirigió a la estación de Policía de Aguaclara, donde entregó su arma y relató lo sucedido. “Acabo de matar a un hombre, herí a otro, pero no sé qué le pasó”, habría manifestado a los uniformados. El caso quedó bajo investigación, aunque el hombre no fue capturado, pues las autoridades consideraron que actuó en legítima defensa.
Sin embargo, lo que parecía un cierre rutinario de un caso de defensa personal tomó un giro inquietante. Horas más tarde, cuando las autoridades y una funeraria llegaron al lugar para realizar el levantamiento del cuerpo, los cadáveres habían desaparecido.
Testigos relataron que varios hombres armados llegaron al sitio, recogieron los cuerpos y se los llevaron hacia territorio venezolano. En el lugar solo quedaron una motocicleta incinerada y rastros de sangre en el asfalto.
Fuentes judiciales informaron que los fallecidos serían conocidos con los alias de Mono y Bakiro, presuntos integrantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Se presume que miembros de esa misma organización regresaron a la zona para recuperar los cuerpos y eliminar cualquier evidencia del enfrentamiento.
La investigación continúa, mientras la vía Cúcuta–Puerto Santander vuelve a ser escenario de tensión por la presencia de grupos armados ilegales y hechos que parecen sacados de una película, pero que reflejan la compleja realidad de la frontera.