La desaparición y posterior hallazgo de restos humanos en distintos puntos de Cúcuta tiene hoy a las autoridades en medio de un rompecabezas macabro que aún no logra resolverse. Lo que inició como una denuncia ciudadana en el barrio Colinas del Tunal se convirtió en un nuevo capítulo de incertidumbre y cuestionamientos sobre la capacidad institucional para manejar este tipo de casos.
El pasado lunes 25 de agosto, en un operativo conjunto entre la Policía, la Defensoría del Pueblo y una funeraria, se pretendía recuperar los restos que habitantes del barrio habían señalado días atrás. Sin embargo, cuando las autoridades llegaron al lugar, no había nada. Los vecinos guardaron silencio y el hermetismo cubrió una situación que ya venía siendo confusa desde los primeros reportes de cuerpos en la zona, realizados el viernes de la semana anterior.
Lo paradójico es que, según versiones oficiales, mediante drones sí se habían confirmado previamente restos humanos en el sector. ¿Cómo es posible que luego desaparecieran sin dejar rastro? ¿Hubo negligencia, encubrimiento o manipulación de la escena?
Como si se tratara de un macabro guion, días después aparecieron restos humanos en la vereda Patillales, sobre la vía que conduce de Cúcuta a Puerto Santander. Residentes reportaron la presencia de cabezas, manos, pies y brazos en avanzado estado de descomposición, aunque sin los torsos. La funeraria recogió el material y lo trasladó a Medicina Legal, donde se intenta establecer si corresponden a las tres personas desaparecidas en Colinas del Tunal.
El problema es que sin haber podido levantar pruebas en el sitio inicial, la Fiscalía enfrenta ahora enormes dificultades para determinar si se trata de los mismos cuerpos.
Las hipótesis apuntan en dos direcciones: los restos podrían haber sido enterrados en Colinas del Tunal o trasladados a otro lugar por los responsables del crimen. Lo cierto es que la desaparición de evidencias y la falta de coordinación en el procedimiento deja una sombra de dudas sobre la capacidad de las instituciones para garantizar transparencia y rigor en investigaciones de este tipo.
Mientras tanto, las familias de los desaparecidos siguen esperando respuestas, y la ciudad asiste a un espectáculo de desinformación y desconcierto, donde cada hallazgo parece abrir más preguntas que las que logra resolver.